Actualmente, para las empresas manufactureras, los objetivos de la automatización industrial se han desplazado de aumentar la productividad y reducir los costes, a cuestiones más amplias, como el aumento de la calidad y la flexibilidad en el proceso de fabricación. Esto se consigue:
Eliminando trabajos pesados o peligrosos, realizar operaciones de producción difíciles o imposibles de llevar a cabo a mano, minimizando los costes de producción reduciendo la mano de obra, mejorar la calidad del producto, eliminando el error humano y multiplicando los controles automáticos mejorar la competitividad de la empresa, reducir el tiempo de automatización de la maquinaria y aumentando la flexibilidad de los procesos de fabricación.
La automatización ha tenido un impacto notable en una amplia gama de industrias altamente visible más allá de la fabricación. Una vez que los operadores de telefonía en todas partes han sido sustituidos en gran medida por centrales telefónicas automáticas y contestadores automáticos. Mediante procesos tales como el cribado primario en un electrocardiograma o la radiografía y análisis de laboratorio de los genes , los sueros, las células y los tejidos se llevan a cabo con mucha más velocidad y precisión para sistemas automatizados. Cajeros automáticos han reducido la necesidad de visitas banco para obtener dinero en efectivo y llevar a cabo las transacciones.
En general, la automatización ha sido responsable de la transformación de la economía mundial agraria a la industrial en el siglo XIX y de la industrial a la economía de servicios en el siglo XX. El efecto inmediato es elevar la productividad y reducir los costes , lo que constituye una base material para el aumento de los salarios, la reducción de precios y de la jornada de trabajo. Pero esto sólo es posible si los incrementos de la productividad son empleados para conseguir un aumento de la producción.
La amplia repercusión de la automatización industrial plantea cuestiones sociales, entre ellos su impacto en el empleo. Como ejemplo, de preocupación histórica de los efectos de la automatización, un movimiento social que se produjo a principios de 1800 cuando artesanos ingleses del sector textil, conocido como Ludismo, protestaron contra los telares automáticos de tejidos Jacquard, a menudo mediante la destrucción de máquinas textiles de la marca, que sentían amenazados sus puestos de trabajo. Los telares industriales, las máquinas industriales de hilar y el telar industrial introducidos durante la Revolución Industrial amenazaban con reemplazar a los artesanos con trabajadores menos calificados y que cobraban salarios más bajos, dejándoles sin trabajo.
Cuando la automatización se introduce por primera vez, causa un temor generalizado. Los primero que se cree es en el desplazamiento de los operadores humanos mediante sistemas informatizados y que esto conlleva a una situación grave de desempleo. Actualmente la demanda de trabajadores no cualificados se encuentra en aumento en muchos países del primer mundo, debido a que existen menos personas disponibles para cubrir estos puestos de trabajo.
A primera vista, podría parecer que la automatización de la mano de obra se devalua, a través de su sustitución por máquinas más productivas, sin embargo, el efecto global de esta en la fuerza de trabajo en conjunto sigue siendo poco clara. Hoy en día la automatización de la fuerza de trabajo está muy avanzada, y continúa para avanzar cada vez más rápidamente por todo el mundo, invadiendo cada vez más puestos de trabajo cualificados, sin embargo, durante el mismo periodo el bienestar general y calidad de vida de la mayoría de personas en el mundo (donde los factores políticos no han enturbiado la imagen) han mejorado considerablemente.